Hasta conocerla, yo había sido atildado, atemperado, abstemio y bastante estúpido. No había conocido más que mujeres con cuerpo atomatado y cara imprecisa de relojes debajo de las raíces negras de sus teñidos quemados...
Después del último trago, encendí un cigarrillo. Sólo tenía unas monedas y llevaba tres días de ayuno. Ella se había ido como un pájaro que parte hacia alguna parte tajando en dos el pasado...
Marina había pedido un oporto en el puerto. Odiaba el mar y los mariscos, el salmón y la salmuera, pero amaba a Marcos, amaba a Manuel y amaba a Mauricio, que solían pescar lejos, más allá de la línea de la distancia...
El gordo entró en la oficina, encendió un puro y evitósentarse. Sus ojos repulsivos recorrieron los muebles grasosos, las cortinas sucias y el rayo de sol que se astillaba en las roturas de la ventana; luego...